Me niego a pensar que toco tu timbre y no se abre la puerta.
Me niego a pensar que marco tu número y nadie al otro lado.
Me niego a pensar que digo tu nombre y no oigo ningún Qué.
Me niego, me niego y me niego.
Declive abajo ruedan las palabras, cayendo sin que nadie las empuje. Y se paran, por fin, al verse escritas. /////// SAIZ DE MARCO